En plena ciudad de Madrid, en la Avenida de Nazaret, nos encontramos con esta rotonda tan singular:
Es curioso.
Es como si la ciudad se hubiera incrustado en una gigantesca montaña de piedra, de la que solo asoma el pico de roca que vemos.
Cual una antiquísima pirámide egipcia casi del todo enterrada en la arena.
Desafiando al tráfico y al tiempo.
Algún día, pasados cientos de miles de millones de años, cuando Madrid haya desaparecido borrada por el tiempo y la erosión, algún evolucionado insecto atisbará a contemplar desde esta misma imperturbable piedra, una inmensidad vacía y lejana que ahora no somos capaces de imaginar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario