martes, 3 de agosto de 2010

El Tribunal Constitucional

Parece ser que la Democracia ha demostrado ser el régimen político menos malo de todos los conocidos. Y en España, en los últimos doscientos años, hemos conocido prácticamente todos.

Es un hecho que yo vivo como jamás pudo imaginar mi abuelo.

Y es un hecho también que no hay mayor obstáculo para el avance que la complacencia.

Practicar la democracia es bastante más difícil de lo que parece. Y hablo por propia experiencia.

Algunas veces, es una putada tener que plegarse ante las decisiones de la mayoría. No digamos cuando hay que hacerlo ante las de la minoría. Ser español viene con un virus que se activa en tal circunstancia.

Es entonces cuando aparece el Tribunal Constitucional. Que se ha convertido en una especie de primo de zumosol de la tercera edad. Una forma anciana de Supermán que viaja con el INSERSO y que llega siempre no menos de tres o cuatro años tarde y fuera de temporada.

El mandamiento es simple: que nadie toque a la Constitución, que nadie toque a la Supervirgen. No se la puede manchar, no se la puede cambiar, no se puede follar con ella. Tiene que envejecer pura, soltera y entera.

¿No habíamos votado que sí a la otra constitución, a la Europea?
¿y qué decía "la otra"?, es más ¿Qué dice ésta?, ¿Alguien la ha leído?. Casi mejor que no.
Yo lo hice una vez, y no encontré la quinta enmienda por ningún sitio.

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