El Papa Benedicto XVI afirma:
"El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado al prójimo"
Bajo el pontificado de Juan Pablo II, en un período de 25 años, se proclamaron no menos de 2.000 beatificaciones o canonizaciones, mientras que sus predecesores necesitaron varios siglos para unas centenas de declaraciones.
Nota: es que hay siglos que Dios no está nada fascinante, osea...
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