El chaval de la foto es carne de estadística.
Pero hay que explicar la situación.
Los operarios estaban desmontando el andamiaje, de ahí su aspecto, y de porqué el apoyo del operario es tan precario.
A requerimiento de la señora con la que se le ve charlando, el chaval vuelve a trepar a la parte más alta para, con una escoba que la mujer le proporciona, darle una pasada al canalón que, probablemente, estaría lleno de porquería.
Para hacerlo, a parte de cortesía, da muestras de una destreza inusual, quizás propia de su edad y del desempeño habitual de su trabajo, pero hay que señalar cuestiones muy importantes:
¿Está haciendo lo que esta haciendo sin orden previa de su mando inmediato? ¿Está acuciado por un destajo o por cualquier otro complemento o incentivo de productividad? ¿No lleva la ropa ni los elementos de protección adecuados porque no se los han dado o porque ya se los había quitado y no ha considerado volver a ponérselos?¿Es posible que esté trabajando sin la formación ni la protección adecuada?¿Cual es el reparto correcto de responsabilidades con el empresario y con el mando intermedio incluso aunque éstos últimos no estén en el lugar?¿Y la del cliente para el que trabajan?¿Sabe la señora lo que está pidiendo?
¿La gente que pasa por la calle tiene algo que decir, o debería de llamar a la policía municipal?
Hay un montón de interrogantes en el caso que se plantea. Algunos, muchos, no los puede resolver el muchacho que vemos en la foto, de momento, bastante tiene con mantener el equilibrio.
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